Leer es un vicio solitario que se puede compartir.

Tengo otros pero suenan menos adecuados.

Notas de cata: Truman Capote, Millicent Dillon, Jorge Edwards, Sonia Escolano, William Ospina, David Sedaris, Enrique Vila-Matas.

Recuperar antiguas lecturas, esos autores olvidados, se está convirtiendo en tónica recurrente en estos últimos tiempos pero no analizaré las razones del sentimiento, incluso sentimentalismo, nostálgico que implica esto. Digamos solamente que mi viaje por el territorio de los cuentos ayuda a ello. Fruto de esta intensa actividad del plumero al desempolvar tantas páginas de desigual memoria han regresado, con gran placer, viejos buenos momentos. Ahí están, por ejemplo, Machado de Assis o Jane Bowles. Ésta, además, me ha hecho recorrer de nuevo buena parte de su recuerdo. Del primero, sé que volveré a él a no mucho tardar; se lo debo.

Mientras tanto, esto ha sido lo saboreado en este julio pegajoso:

RETRATOS. Truman Capote.

La mano de Jane Bowles, amiga del escritor y una de las “retratadas” me llevó de nuevo a este pequeño libro que reúne varias semblanzas de personajes del mundo artístico de la época. Algunas de ellas se han hecho célebres, como el largo y revelador encuentro con Marlon Brando (que le granjeó la enemistad con éste) o el relato de la “adorable criatura” Marilyn Monroe, quizá más por la fama de las figuras que por los méritos de Capote, que los tiene.

Me gusta el modo en que traza los perfiles, haciéndolos visibles con sus propias palabras, con la elocuencia de una escena o un recuerdo. Me gusta la aguda brevedad de los apuntes de la parte final, escritos para fotografías de Avedon (que estaría bien disfrutar). Me gusta su manera de acercarse a lo que cuenta, con un toque de intimidad y, a veces, algo de chismorreo. Me gusta ver desde su ángulo esas esquinitas mordidas del éxito, con su patetismo y su  oscuridad. Llamadme morbosa, pero lo prefiero al lado rosa e irreal.

Para maridar con: lectores curiosos, indagadores y un poco mitómanos.


JANE BOWLES. Millicent Dillon

Se dice que conocer la vida de los autores puede servir para entender mejor su obra y hay autores, de hecho, en los que vida y obra están tan imbricados que es difícil, o casi imposible, separar ambas partes. No es tanto que se trate necesariamente de una escritura confesional como de que sus experiencias y emociones hayan marcado el rumbo de su literatura de forma inequívoca. Jane Bowles es uno de esos casos y su vida puede leerse, casi, como una novela.  

Esta es una biografía meticulosa, que se apoya en los textos no sólo de Jane, sino también de Paul, lo cual la llena de los claroscuros que invadieron la vida de los Bowles. Recorrida por la admiración aunque sin caer en lo hagiográfico, muestra lo mejor y lo peor de la escritora, poniendo en evidencia todo lo que le quedó por contar, todo lo que podría haber contado si hubiera querido.  

Para maridar con: admiradores de Jane Bowles, por supuesto, y de cualquier interesado en el lado oscuro de la escritura.

LA MUERTE DE MONTAIGNE. Jorge Edwards.

Lectura inesperada, de las que llegan de mano ajena y se posan en la tuya sin mediar tu voluntad. Mi próxima visita a Burdeos tuvo la culpa de que un compañero se empeñara en prestarme el libro, para ambientarme; una culpa amable que, a la postre, he de agradecer. Ágil, entretenido, evocador; el preámbulo perfecto para las vacaciones.

Hay enredos políticos, anécdotas sabrosas y romances adúlteros, ingredientes ideales para la épica, pero aunque Edwards lo llama novela es difícil encasillarla en un género. En medio de una armazón histórica de vigas gruesas, discurre por los caminos del ensayo, la biografía y la memoria, con el resultado de una recreación muy personal de los últimos años de la vida de Michel de Montaigne. Abierto a la digresión, siguiendo el camino del pensador francés, va y viene por los datos históricos, por escenarios reales y momentos imaginados, incluso por sus propios recuerdos, y encaja con precisión cada una de las teselas que conforman un colorido mosaico final. Podría haber elegido la forma de lectura, quizá, pero la satisfacción al terminar hubiera sido la misma.

Para maridar con: interesados en la historia, en las humanidades, en pasar un rato ameno, en pensar, en vivir…

EL REY LOMBRIZ. Sonia Escolano.

El lado amargo de la vida servido a pellizcos, en forma de tragicomedia. De lectura ágil, la línea narrativa vertebrada con la alternancia de elipsis y golpes visuales, encontré el fondo interesante; la forma me dejó perpleja.

Por esta novela, que también puede tomarse como una suma de relatos, pulula un plantel de personajes marginales, absurdos, tiernos, rudos, inocentes, retorcidos, patéticos. Todos ellos, todas las pequeñas historias, convergen en un hombre con la mente de un niño, que a veces es la perspectiva desde la que se mira y a veces el objeto mirado. Es quizá esa discordancia de la visión, esa vacilación en la voz de fondo la que desconcierta, como encontrarte en el fondo de un vaso sin tener claro en qué lado del cristal estás.    

Para maridar con: los dispuestos a atravesar los huecos roídos por la realidad.

LA LÁMPARA MARAVILLOSA. William Ospina.

La luz que mejor nos ilumina el camino es la que llevamos dentro, esa chispa que el pensar enciende y nos lleva por los vericuetos de la vida. La luz del discernimiento y, también, la de la imaginación, que nos conceden los dones del aprendizaje, del albedrío y del placer. Con ellos nos armamos para la lucha cotidiana.

Este pequeño gran libro lo comprende todo. Los breves ensayos que lo componen trazan una forma de pensamiento, una ética de la educación y el crecimiento, una hoja de ruta para avanzar por el compromiso con la vida y sus encrucijadas, en una exploración de la forma del lenguaje, el expreso y el que subyace en nuestra interacción con el entorno. Con claridad y en un tono que es tan directo como sugerente, intenso. Pero esto es, en realidad, la segunda parte de la historia…

La primera es el regalo espléndido de la lectura, esa otra conjugación de los niveles del lenguaje: un recorrido por la maravilla de ese mundo que se toca y no se toca, que enseña y enriquece, y deja esa huella tantas veces indeleble. La expresividad se tiñe de lírica, la convicción arrastra y la lámpara deslumbra con su lustre tan vivo. Se lee, se relee y se vuelve a leer (algunos incluso subrayamos). Tan sólo un pero le pongo: en lugar de entusiasta inicio, habría sido un colofón arrollador.   
   
Para maridar con: cualquier alma hambrienta de pensar, de saber, de vivir.

CUANDO TE ENVUELVAN LAS LLAMAS. David Sedaris.

Un poco de realidad y otro poco de ficción, según dicen, convenientemente mezclado, da buenos resultados a la hora de convencer al lector. En este caso no sé cuánto hay de ficción pero sí que hay una buena parte de la realidad del propio Sedaris, aderezada con la pimienta del buen humor, que a mí me ha dejado un estupendo sabor de boca.

Me he reído, sí, y mucho, aunque en cada una de estas pequeñas confesiones que hace estallar cualquier sentido del ridículo hay bastante más guardado. Es como si toda esa realidad tamizada por el sarcasmo se expresara para aligerar su peso. Como ese relato que deja en la lengua el sabor del miedo del joven homosexual acosado por el conductor. O el de la relación ambivalente con la anciana vecina más extravagante que él. Humorístico y con toques agridulces, es una lectura de sonrisa torcida en cada final.

Para maridar con: quienes aprecien el humor de lo cotidiano y de lo absurdo, de lo loco y de lo cruel.

UNA VIDA ABSOLUTAMENTE MARAVILLOSA. Enrique Vila-Matas.

Recopilación de ensayos, artículos y conferencias que son también, en ese estilo propio de Vila-Matas, fragmentos de su propia experiencia. No ha sido una lectura rápida (es decir, que no se ha concentrado en unos días) pero no por cuestión de densidad, sino porque merece la pena demorarse en ellos, paladearlos, dialogar.

Aquí un filo de ironía, ahí la sugerencia de un sueño. Corrientes que se mezclan, que vienen a distintas velocidades y al unirse remolonean para que metas la mano y te empapes de ellas; algunas fluyen, otras son ondas concéntricas. Es mejor dejar que te cale poco a poco, sin la prisa que quebranta el simple acto de observar. Luego, quizá, como yo, termine uno por entregarse sin reservas.

Para maridar con: lectores de literatura sobre literatura, por la literatura, para la literatura…

¡Felices lecturas veraniegas!

1 comentario:

  1. Capote, Sedaris, Ospina, Vila-Matas... Un poquito de todo para este mes y todas lecturas que enriquecen. Tengo que leer "El año sin verano" de Ospina, mira que me lo has dicho, a ver si me pongo las pilas. Por cierto, el de Capote, genial y malvado, y a Sedaris le leí en "Crónicas desde Santaland" y me reí. Bss

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