Llegada esta época del año,
además de las consabidas celebraciones llegan los balances, recuentos y listas que intentan concentrar todo un año de forma más o menos resumida y,
en cuanto empiezo a verlos, suelo tener la impresión de que algo importante se
ha quedado olvidado en un rincón. Yo no sirvo para eso porque tengo una
terrible tendencia a olvidar cosas por los rincones y hacerme un lío con las
prioridades. Además, no sé por qué, siempre me siento atraída hacia lo que otros
han dejado a un lado. Mente desordenada y corazón caótico.
Pero ya me estoy liando y
apartando del tema. Un ciclo termina (aunque sea un ciclo artificial, forzado
por la mano del hombre y su afán por controlar el tiempo) y cerramos el telón.
¿Qué he dejado ahí detrás? Buenas lecturas, desde luego, y otras no tan buenas.
La satisfacción de haber encontrado muy gratas compañías en estos paisajes
virtuales. Y ese sempiterno punto de decepción personal por no haber sido capaz
de haber hecho más, de haber sido mejor. Pero esto es lo que hay y brindo por ello: por lo
que ha tenido de bueno.
Después vienen los propósitos:
ese adoquinado de buenas intenciones en el que nos vamos dejando los dedos de
los pies cada día, de camino a un horizonte movedizo. No me gustan las listas
pero suelo acabar rodeada de ellas en mi eterna pelea por el orden (o contra
él): tareas por hacer, objetos a comprar, libros que leer… y objetivos sin cumplir. Puro masoquismo. Para
este año, esa pequeña lista de propósitos coincide más o menos con mi carta a
los Reyes Magos: tiempo (o al menos organización), confianza y paz mental. O
sea, casi un milagro.
¿Retos palpables? Uy, en varios
frentes, a nivel personal sobre todo pero esos no vienen al caso. En
cuanto a lecturas se refiere, voy a tomármelo con calma. Quiero
disfrutar sin sentir el aliento de los plazos en mi cuello. ¿Y si pierdo otra
vez el hilo y no puedo cumplir con los compromisos adquiridos? Cuando me siento
presionada, tengo una terrible tendencia a salir corriendo hacia ningún lugar
en particular. Así, como cabe esperar, por lo general me pierdo. Una mujer
perdida, esa soy yo…
Me dejaré enredar, lo estoy
viendo venir. En cuanto regrese a la rutina y repase con calma todas esas
tentaciones que pululan por ahí, acabaré por caer en alguna de las trampas. Me
conozco como si llevara toda una vida conviviendo conmigo. Por lo pronto, el
único desafío que tengo en mente ha salido del bolsillo de mis afectos y tiene
como meta leer, al menos, un relato a la semana. Una especie de vuelta
al año en cincuenta y dos (o más) cuentos o algo así. Ya lo iré contando si lo
hago.
Entre tanto, a los retos y concursos en que he participado en el 2014 les agradezco algunos de los mejores momentos lectores
del año:
- Las Escritoras Únicas de Ana Blasfuemia, Marilú CuentaLibros y Meg Cazaestrellas.
- Los FinalesFelices de Seri.
- El Serendipia recomienda de Mónica Serendipia.
- El Homenaje a Philip Roth de Rustis y Mustis.
- El concurso sobre “El misterio de Gramercy Park” de Rustis y Mustis.
Además, le doy las gracias a Ana
Bolox por nominarme en su blog Detrás de
un escrito al Liebster Award. Voy a
recoger la capa caída y, de momento, me envolveré en ella para protegerme del
frío de estos días. Mientras me rearmo, recojo el premio como es debido y
seguiré las pautas que se establecen, a saber:
1. Agradecer el premio a quien te lo concede.
2. Responder a las 11 preguntas que te formula
3. Nominar a otros 11 blogs de menos de 200 seguidores
4. Avisarles de su nominación
5.
Formular 11
nuevas preguntas a tus nominados.