En lo referente sólo a los libros, resulta más
fácil cerrar el año con conclusiones objetivas: ahí queda lo leído, aquí lo
escrito y por algún lado espera lo pendiente (lo miro de soslayo para no
dejarme avasallar demasiado pronto). Las intenciones, como siempre, son tan
buenas como para asfaltar varias veces el camino de ida y vuelta al infierno.
Para mí ha sido un año de lecturas variadas, incluso dispersas, durante el cual he vagabundeado entre los libros con inquietud hambrienta, devorando páginas y páginas sin sentir una pizca de indigestión, ni siquiera una leve molestia, y al llegar a estas alturas me siento bastante satisfecha. He encontrado bocados deliciosos, algunos dulces y otros picantes –me encanta el picante– que me han me han sabido a gloria; sólo por eso, ha merecido la pena degustar toda la carta.
Me he reconciliado con las novelas de
misterio, que me habían dejado un poco empalagada tras un recorrido inacabado
por tierras nórdicas, gracias a Harlan Coben y Tana French –espero seguir
saboreándolos–. He viajado por el espacio con Lois McMaster Bujold,
divirtiéndome con las aventuras de Miles Vorkosigan, lo cual me ha animado a
reencontrarme con la ciencia ficción, un género que tenía bastante abandonado.
La fantasía, sin embargo, me acompaña con frecuencia, desde las complejas
historias de George R.R. Martin hasta las sátiras desopilantes de Terry
Pratchett; las he disfrutado todas y voy a seguir disfrutándolas mucho tiempo.
Otro inseparable compañero es el humor, tan de agradecer en estos tiempos, de
los que he encontrado pequeñas exquisiteces debidas a E.F. Benson, D.E.
Stevenson o Jincy Willet, entre otros, que van a continuar paseándose de mi
mano. Y, tras revisitar a los clásicos Dickens, Collins o Gaskell, realmente me
he relamido los bigotes como un gato con un plato de crema, y me relameré mucho
tiempo más.
Espero y deseo que el 2013 sea un año
productivo, en lo literario y en lo vital, en lo personal y en lo universal, y
que podamos disfrutar de lo que la vida, dentro y fuera de los libros, nos
pueda dar. Sin olvidar lo que nosotros podemos darle a ella, al mundo, para
hacerlo un poco mejor cada día.
Y sonriamos. La sonrisa es la mejor arma
contra la adversidad.
Feliz año a todos.
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